Él estaba solo, realmente solo. Aunque un día comprobó que a ciertas horas del día contaba con una sombra. Entonces ponía a jugarse con ella y a contarle sus recuerdos, la sombra nada respondía, pero le hacía movimientos. Él estaba solo y a veces no comía, el estómago le rugía como león enjaulado. La sombra también tenía hambre, pero seguían conversando. Y un día, justo cuando él le decía a ella que quién sabe, que tal vez estaba enamorado de su figura opaca… ella se lo comió.
Cuando la soledad nos devora por entero, que peligrosísimo! (: me gustó
ResponderEliminarLa sombra de un sol se ayer seguramente, bueno asi me supo
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